domingo, 5 de julio de 2020

CUATRO MESES DESPUÉS

Han pasado cuatro meses desde mi última entrada. Los resultados han sido aterradores y ahí están las cifras. Y no me refiero a las del gobierno. Con amargura he comprobado como mi gobierno miente, como los medios están al servicio de, como científicos pasan a ser "científicos", como se ha producido uno de los episodios de manipulación masiva más importantes de la historia y, sobre todo, como la grandeza y la miseria humana se han mostrado sin ninguna careta. Una vez más lupus est homo homini (el hombre lobo del hombre), 2000 años después. Y así una generación borrada mientras la desvergüenza se alza en todo su esplendor; "salimos más fuertes", un eslogan para esconder. Porque a eso se reduce todo; es la política en 280 caracteres que buscan, no el contrastar ideas, sino aplastar al adversario (o debería decir al enemigo), en frases "sola y borracha quiero llegar a casa"; esto es la nueva política, en definitiva, el triunfo de la emoción frente a la razón.  Mientras la gente, los de siempre, han dado una lección de ciudadanía. Colectivos han dado una lección de dedicación trabajando literalmente más allá de sus fuerzas, literalmente dejándose la vida. Mientras, ellos, no son capaces de ver más allá de su ombligo, de sus intereses. 

Voy comprobando cómo el espíritu de mi gran país se va diluyendo poco en la mediocridad. Se cambia la historia, no se defiende el legado y, sobre todo, se promueve nuevos conceptos que solo tratan de disfrazar la realidad: "nueva normalidad"¿?, "construir el relato", "desescalada", ... 

De modo que a la espera de recibir la llamada que confirme mi situación he vuelto al consuelo de las letras, para transmitir este sentimiento.

He vuelto a África. Hoy se cumple el cuarto día de mi llegada a Guinea. Estoy confinado en un hotel, después de que habiendo cumplido los requisitos de entrada, con mi tets PCR hecho, se nos retira el pasaporte sin explicación y se nos lleva a un hotel. Anteayer sin mediar información alguna se nos hace otro test. Más de 24 horas después no hay noticias. Tampoco hay noticias de nuestro embajador, consul, es decir, de nuestros funcionarios. Nadie se ha preocupado ni tan siquiera por si estamos bien. La empresa en la que trabajo ha suplido con dedicación y cariño toda  esta situación. No es un lamento, no es miedo y sí, es queja.

Pero esta vuelta, es otra historia, una historia que comienza. 



Continuará (supongo).